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RITA ATRIA (1974-1992)
Su delito fue creer en la justicia. Su lucha pudo con ella. Hija y hermana de mafioso, Rita Atria, a pesar de su juventud, decidió romper los lazos que rige la´Omertà, los códigos de honor primordiales en los círculos mafiosos. Es, al igual que Peppino Impastato uno de los iconos de la lucha contra la mafia en Sicilia.
Rita nació en Partanna (Trapani, Sicilia). Una región donde circulaba mucho dinero, al parecer, gracias al narcotráfico. En 1985, cuando Rita tenía 7 años, su padre, Vito Atria fue asesinado. Conocido como el paciere (pacificador) era un hombre proveniente de la vieja escuela de la mafia. Vito Atria fue asesinado por un miembro de la banda rival en medio de una guerra de mafia por el dominio del Valle de Belice no fue capaz de asimilar los cambios generacionales que la droga imponía.
Rita, a pesar de no estar de acuerdo con los asuntos en los que su padre estaba envuelto, vio nacer en ella el sentimiento de venganza. A partir de ese momento, la joven estrecha el lazo afectivo con su hermano pero Nicola seguía los pasos de su padre y gracias a la droga había conseguido poder y dinero.
Los hermanos Atria mantenían una estrecha amistad fruto de la cual Nicola comparte con su hermana todos sus conocimientos: le explica quién es quién en el mundo de la mafia e incluso le llega a decir quiénes estaban involucrados en el asesinato de su padre.
Nicola quiere vengar la muerte de su padre pero en junio de 1991, dos hombres le asesinan en su casa. Rita busca el calor de su madre. No lo encuentra. La madre le pide que no se involucre en esos asuntos, que se mantenga al margen pero Rita no puede: la mafia le ha arrebatado primero a su padre y luego a su hermano.
Rita se siente sola. Rita no quiere vivir sometida como lo hizo su madre, así que decide rebelarse y poner fin al silenzi omertosi (silencio que marca el código de honor de la mafia). Rita Atria sigue los pasos de Piera Aiello, viuda de su hermano, y empieza a colaborar con la justicia, quiere participar en la lucha contra la Cosa Nostra.
En el juez Paolo Borsellino encuentra a la persona adecuada a la que contar todos sus secretos, todo lo vivido, cada uno de los detalles que su hermano le hizo partícipe. Le informa a Borsellino de la guerra entre las familias de la Mafia en Partanna, donde en los últimos años habían muerto 30 personas. Le da nombre y apellidos de los capos así como del responsable de la muerte de los miembros de su familia.
Gracias a la información que Rita aportó, se puso en macha una investigación sobre el político Vincenzo Culicchia, quien había sido alcalde de Partanna durante 30 años. Diez personas fueron encarceladas por crímenes de mafia gracias a la colaboración de la joven siciliana. En los siguientes meses, una treintena de mafiosos fueron llevados a prisión.
Borsellino temía por la vida de la joven. Le aconsejó que dejara Sicilia y se trasladara a Roma. Con una identidad falsa y perdiendo todo contacto con su madre.
Sin el amparo de su madre, la única persona que protege a Rita es Borselino. Tanto para ella como para su cuñada, el juez era su gran apoyo emocional. Ambas se referían a él como el “tío Pablo”.
Esa estrecha relación explica la angustia de Rita la noche del 19 de julio de 1992. Cuando Borsellino es asesinado con la explosión de un coche bomba en la palermitana Via D´Ameilio (dos meses antes acabaron con la vida del también juez Giovanni Falcone), Rita siente que su vida también ha acabado.
Sin Borsellino, Rita no se ve capaz de seguir; segura de que la matarán los mismos que arrebataron la vida a su padre y hermano, la joven de 17 años decide acabar con su vida.
Una semana después del asesinato del juez (26 de julio de 1993) a la misma hora, se suicida. Las últimas palabras escritas es su diario evidencian su angustia: “Estoy devastada por el asesinato del juez Borsellino. Ahora no hay nadie que me proteja, tengo miedo, no puedo más”.
No pocos consideran que Rita Atria fue una heroína. Una joven que con 17 años reunió el valor necesario para sacrificar todo en defensa de su ideal de justicia. El sentimiento de venganza por la muerte de su padre y hermano, se transformó en un deseo de la verdadera justicia.
Al igual que Piera, Rita no fue una pentiti di Mafia (arrepentida) ya que no había cometido ningún delito. Las dos cuñadas son consideradas testimoni di giustizia, es decir gente que no ha cometido ningún delito pero que deciden de forma voluntaria colaborar con la justicia, de ahí que sus testimonios conlleven un valor mayor. Una actitud valiente que muchos no están dispuestos a olvidar.